sábado, 13 de septiembre de 2008

Introducción un poco aburrida

Llevaba días, aunque en realidad son años, preguntándome ciertas cosas acerca de la sexualidad vigente hoy en día. Pensé y pensé, y llegué no una sino al menos trescientas veces a una conclusión similar.Comencemos hace algunos siglos, cuando la religión católica se impuso en la península ibérica trayendo consigo instituciones tan radicales como la inquisición. Pensemos en lo que promulga esta religión: principios como el amor, el respeto, el perdón, la fidelidad... unos buenos principios, parece. Pero reflexionemos un poco más. Esta religión también nos habla del creacionismo (teoría bastante cómica, dicho sea de paso), de la obediencia ciega a una autoridad, de la pureza hasta el matrimonio... un momento. Pensemos más allá; pensemos en cómo considera esta religión a la mujer.

Esta debe mantenerse pura, y bien pura, lo que teniendo en cuenta los principios vigentes por los que se considera que el macho tiene más potencial sexual y que, además, no lo puede controlar fácilmente (si yo fuese un hombre me ofendería al menos un poco por esta duda a mi capacidad cerebral), significa que la mujer tiene que "aguantar" o "no dejarse hacer nada" (atención a los términos) hasta el día de su boda, cuando podrá definitivamente empezar su tarea reproductiva (nueva atención a la palabra, que nada tiene que ver con el disfrute).

Perfecto.

Supogo que hasta ahí estamos de acuerdo, ¿no? Luego, la mujer (todo esto según el catolicismo) ha de hacerse cargo, en casa, de las criaturas y sacarlas adelante, además de llevar el hogar y (si no me creen echen un vistazo a algún manual sobre "La formación de la mujer" en el franquismo) complacer a su hombre siempre, cuando y como él quiera. Hasta ahí estamos de acuerdo, espero. De modo que la voluntad de la mujer (por ahora digamos en cuanto a las relaciones sexuales) parece quedar acallada o al menos amortiguada, siendo optimistas.

Bien.

Pero ¡claro! ¡Cómo no he aclarado esto antes! Estamos hablando de la mujer "decente". La otra no. (Porque existe esta clasificación, por supuesto) Siempre ha habido la mujer decente, y la mujer "pecadora" (calificable también con otros adjetivos que ustedes tendrán en mente), ¿verdad? Es decir, el colectivo de las prostitutas de antaño, que eran mujeres perdidas. Cabe mencionar que estas féminas (como resulta evidente) tampoco eligen. Ellas relegan su voluntad sexual al hombre también, a cambio de su propia subsistencia. Esto parece no tener demasiada importancia en esta historia.

Todo esto suponía la moral religiosa de antaño, la cual ya hemos superado.








¡¿ QUÉ?!



¿LA HEMOS SUPERADO?


...

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