lunes, 6 de abril de 2009

La tes-tont-erona ofendida

.



Bueno, quizás el título suene feminista radical, o algo así (de hecho, he cambiado "testosterona" por "testonterona", idea que me dio mi padre, quien se ofendió con el anterior título por generalizar la testosterona como algo malo por naturaleza). No es esa mi intención en absoluto (véase final de post). Me gustaría, ya que regreso después de tanto tiempo, relatar una anécdota que nos ocurrió a mí y a unas amigas hace algunos días, de viaje en Londres.

Estábamos sentadas, dentro del hostal por el calorcito, en unas escaleras. Hablábamos tranquilamente sobre el día que habíamos pasado y los planes para el siguiente... entonces llegó un chico.

Era alto, moreno, bastante bien parecido... pero lo perdió todo al segundo y tres milésimas de entrar en nuestra vista. Pasó por delante de nosotras, y una vez nos vio bastaron ese segundo y tres milésimas para que su semblante y actitud corporal cambiasen por completo. Comenzó apagando su cigarro, trabajosamente por cierto, contra la pared, dejando en ella una serie de líneas de ceniza, y luego lo tiró al suelo: sus primeras marcas del macho.


Tras esto, arrojó su cazadora a nuestro lado en las escaleras y se sentó, totalmente convencido de que lo estábamos deseando, al lado de nosotras: concretamente al lado de una de mis amigas a la que llamaremos CB. Comenzó preguntando lo típico: "Espagnola?", y le seguimos la conversación al principio, pareciéndonos que entraba dentro de la normalidad. Después de cruzar unas pocas palabras en que empezaba a delatar su naturaleza, llegó un amigo suyo, el cual le proporcionó una cerveza de las que precisan de un abridor (o del mobiliario urbano) para ser abiertas. El macho (llamémosle así al primer italiano: seguro que le gustará), viendo que no tenía el famoso abridor, decidió tratar de abrir la cerveza golpeándola, aproximadamente diez veces sin éxito, contra la pared (la misma de las líneas de ceniza). Obviamente, ésta quedó llena de rallazos, que constituyeron la segunda marca del macho. Mientras hacía todo esto, como buen italiano del sur, halagaba a mi amiga CB con abundantes y pegajosos piropos en espagnoliano.

Viendo que no podía abrir la cerveza, pidió un mechero. Intrigada preguntándome de qué escabrosa manera lo utilizaría, se lo proporcioné. El macho hizo un ágil y rápido movimiento con el culo del mechero mediante el cual abrió la botella sin ningún problema. Estoy segura de que durante la primera milésima de segundo después de hacer eso y que le saliese tan bien se sintió orgulloso de sí mismo y la moral le subió bastante, exactamente igual que la espuma de la cerveza que empezó a salir a borbotones inmediatamente después de ese segundo: había estado batiéndola un buen rato mientras rallaba la pared tratando de abrirla. No era de extrañar. De este modo, dejó la tercera marca del macho en el suelo, en forma de un gran charco de cerveza.

La quinta marca vino dada porque tiró el tapón sin ningún escrúpulo, con bastante fuerza además (¿por qué?), en una esquina.


Así es como el macho, en cinco minutos, dejó sus cinco marcas sobre el territorio para atraer a la hembra.

Pero aquí no acaba la historia. Su amigo el italiano hablaba conmigo y con la otra amiga (OBL) en términos totalmente normales: vamos, que no te daban ganas de darle una torta, pero el macho acariciaba las manos de CB, su cintura, su cara, intentaba besarla, etc. Todo esto habiéndola conocido cinco minutos atrás y mientras ella, por supuesto, no daba ninguna muestra de tener ganas de recibir caricias de este tipo... yo, viendo esto, y viendo cómo ella no hacía lo suficiente por sacárselo de encima, ardiendo de rabia y con el corazón acelerado, les dije a mis amigas "Bueno, teníamos que subir ya, ¿no?" (mentira podrida), las miré con cara de circunstancias, ellas entendieron y nos despedimos de los tíos. Bueno, en realidad solamente del amigo del macho, puesto que él había cogido bruscamente su cazadora y se había ido enfadado y ofendido al ver su orgullo dañado. Por cierto, al levantarse se resbaló como un pato con el charco de su marca, en la que apoyó torpemente la mano, y casi se cae, mientras nos enseñaba su preciosa hucha italiana del sur.

Parece ser que como CB no le correspondía, y supongo que mis miradas encendidas contribuirían, optó por la furia y la conciencia de agravio, y se fue muy ofendido sin despedirse de su amada de los últimos minutos, ni de OBL, ni de mí.


Nosotras, en vez de subir a la habitación, obviamente nos fuimos a otro sitio del hostal, bastante escondido, a compartir lo asquerosa que nos había parecido la escena. Yo estaba nerviosísima, tenía el corazón muy acelerado, porque había estado en tensión todo ese tiempo, y sin dar crédito. Pues ahí estábamos, hablando en la esquinita escondida del hostal, cuando contra todo pronóstico el macho pasa por delante de nosotras... en ese lugar recóndito donde se suponía que nadie pasaba. El macho ni nos miró, por supuesto: aún se acordaba de nuestro gran insulto. Como catorceañeras, ahogando nuestras risas nerviosas, corrimos (de verdad) a escondernos en otro lugar seguro. Cuál fue nuestra sorpresa cuando a los dos minutos vuelve a pasar el macho... hacia la cocina, a las dos de la mañana.

En fin, de entonces en adelante cada vez que escuchábamos voces por el hotel nos escondíamos como podíamos, porque no era agradable para nosotras la presencia del macho dominante.

Finalmente decidimos ir a la sala principal a sentarnos tranquilamente. Muy cerca de nosotras, en el mismo sofá, había una chica bastante guapa. A los tres minutos volvió a aparecer el macho (quizás nos olía) y se sentó a nuestro lado. Ante nuestra sorpresa, nos dijo "espagnolas?". Esta vez empezamos a reírnos entre nosotras y a dejarle más que claro que no era bienvenido, con lo que se puso serio, se volvió hacia la otra chica, y le dijo... a que no adivináis qué...

"¿Espagnola?". La chica nos miraba, se reía y las pocas veces que le respondía era mordazmente y sin mirarlo siquiera, con lo que tras cinco minutos de intento el macho se levantó sin decir ni "ciao" y se puso a jugar al billar con sus compatriotas a tres metros de nosotras. Sinceramente, nunca había oído a un grupo de hombres gritar tanto, y eso que vivo en España. En fin, no sé si era sólo por ser italianos, o más bien por dejar claro que seguían allí, pero no dejaban de reír altísimo e insultarse atronadoramente unos a otros con un exquisito acento napolitano.

Hay que decir que gracias a esto, cuando el macho se levantó, tuvimos la ocasión de conocer a la chica, que era brasileña y estaba haciendo un interesante viaje por Europa ella sola, además de ser guapísima. Eso sí, nuestra conversación con ella se vio levemente interferida por las altisonantes voces masculinas, tan joviales como agresivas.

Pero la historia aún no ha terminado. Más o menos una hora más tarde, cuando decidimos acostarnos, subí hacia mi habitación (no pocas escaleras) para descubrir que mi tarjeta no funcionaba. Tuve que bajar de nuevo a la recepción del hostal para que me la activaran, y mientras estaba en la barra avisando al recepcionista, ¿quién vuelve a aparecer? El macho, por supuesto. Su fragancia alcohólica invadía todo el recinto, y su presencia omnipotente también. Apoyó sus viriles codos en la barra, me escrutó fijamente con una mirada que debía considerar penetrante y provocativa, y me dijo: "espagnola?". Sin poder aguantar más, cogí rápidamente la tarjeta activada sin responderle y corrí hacia la puerta, donde otras dos chicas se quejaban de que las estaba molestando, para volver a subir las numerosas escaleras y entrar por fin en mi habitación, que esa noche compartía con nueve personas desconocidas. Seis de ellas trataban de dormir, mientras que dos de ellos hablaban en voz alta y con la luz encendida (insólito, ¿verdad? Respeto ante todo.) y el último roncaba como un jabalí. Esa noche me acosté sobre mi sudadera doblada porque en recepción no me habían podido proporcionar almohada, y traté de imaginar que estaba en mi casa con la cabeza vuelta hacia la pared y los ojos como platos, pero eso es otra historia, y no viene al caso del blog.

Simplemente quisiera subrayar la actitud del macho.

Me pregunto por qué vendrá incentivada este tipo de actitudes en algunos hombres, y la respuesta no puede dejar de ser: porque a veces funciona. Quiero decir, si no "funcionase" , obviamente no habrían aprendido sus cerebros a emplearla: tampoco creo que sean tan tontos.

Con "funcionar" me refiero a que las chicas, italianas o de donde sean, se dejen seducir por esta imponente actitud, carente por completo de humildad o respeto hacia la persona con que se está tratando. Se supone que para mantener una conversación hace falta empatía o receptividad con tu interlocutor, y me parece evidente que si una chica no da muestras de querer estar hablando contigo, lo mínimo (no sólo por respeto a ella sino también por orgullo propio) es dejarla en paz e ir a otra cosa. Lo más triste de todo es que el cerebro borracho y sincero de este macho solamente funcionaba de forma automática siempre del mismo modo: veo chica-me dirijo a ella preguntándole si es española-intento sobarla lo más posible-haré con ella lo que me deje. Veo otra chica- mismo proceso, y así sucesivamente. ¿Somos realmente personas para hombres como este?


En fin, creo que sobran las explicaciones, y es que esto me lleva una vez más, como lo del maltrato, a pensar que las mujeres somos igual de culpables que ellos, por pasivas o por permisivas, y esto es algo tan triste como cierto.

Un saludo.


Alicia.

5 comentarios:

Unknown dijo...

XD sé que es triste, pero me parto con tu historia. Yo creo que todas hemos pasado por situaciones semejantes.
Un consejo: NUNCA (nunca, nunca, nunca) subas a un Trenitalia de polizón y, si lo haces, no te metas en un departamento cinco italianos jovencitos. Aunque si te lo tomas con sentido del humor es muy divertido... XD (yo me hice pasar por alemana y ellos despotricando delante de mí pensando que no entendía lo que decían).
Que conste que he conocido italianos majos (es mentira, sólo uno)

Rosalía Fernández Rial dijo...

hostias coa historia, Ali!

Encántame cómo está contada. E si, xa o explica todo...

Por certo, hoxe vin un corto árabe que che gustaría, pois trataba cuestións sobre as que reflexionaches no teu blogue.

Unha aperta!

Nela dijo...

Ola! A mín tamén me gusta como a contaches. Se chego a saber que che puxera tan nerviosa vou contigo a poñerlle os huevos de corbata! :P LA e mais eu estábamos a salvo nunha habitación cun só macho-pasivo (español).

O que acontece cos italianos, por desgraza, é semellante ao da cultura máis oriental.

O amigo "magho" que dis, media hora antes, cando asomei a cabeza por unha escaleira púxose a berrar que namorara de mín, e cando baixei soboume (até que lla arrinquei) a miña man, sen licencia ningunha.

Funcionalles? Pode. Pero eu creo que máis ben se trata da sociedade en conxunto. O patriarcado e o machismo no Sur de italia segue fortemente arraigado. Non hai aproximacións dos "machos" ás "femias" (síntome Felix Rgez de la Fuente XD) que non señan así de agresivas. A ningún (estou xeralizando, ovbiamente) se lle ocorrerá achegarse a unha moza a escoitar o que ela pensa e sente porque pola educación que recibiron iso non se contempla. Pero nin da parte deles nin a delas. Educadas pra gostar dos "machos" a reacción dunha típica napolitana sería de receo primeiro e de pensar "este é gay" despois. Así de triste.

Eu en italia puiden ver cómo as mozas sen parella non podían saír a bailar á pista coas amigas porque se consideraba unha chamada de atención. Unha especie de berro de celo. Automáticamente todos os buitres que aló estaban(e digo ben, todos) botábanselles enriba (literalmente e metendo man. Todos, insisto). Terrorífico. Elas, que xa non bailaban sen parella(masculina, ovbiamente non vaiamos facerlles pensar que estan nunha peli porno) se algún deles lles entraba soltábanlles borderías ou pouco máis que lles cuspían. Si.

E dis ti "logo por que seguen con ese modus operandi?". Se as relacións que eles coñecen home-muller muller-home só se dan así, a lo bestia -por parte delas tamen- ¿Cómo vai nacer a comprensión? Cómo se van prantexar ver ás mulleres como persoas? Ninguén os educou pra facelo e non hai nada que os anime a elo porque elas tamén son machistas. Poida que sexan bordes cos que non lles gustan. Pero se lle ven un cachondo aló van. E iso tampouco é que sexa unha reacción a esta situación. Máis ben todo o contrario. Non teñen por qué ser "pasivas" de xeito xeral, son "pasivas" de xeito "selectivo". Pero nesa selección case sempre entran os "machos", desgrazadamente.

Un post divertido.
Qué guapa era Isabella...

Un biquiño!

Lux Lagóstena dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=3Tk5Sk7pLq0&feature=related

:)

Cinemateque dijo...

Ya conocía la historia por OBL, pero quería leerla por ti, recomendación suya, y ya no me inmiscuyo más.
Yo con los años (léase experiencia) he aprendido que las mujeres por lo general, en tanto que grupo, son más inteligentes (o se comportan más inteligentemente) que los hombres.
Y eso que el mundo está lleno de tías imbéciles, pero los hombes imbéciles que hay todavía son más imbéciles y los hay en mayor número.

"si alguna vez conocí a un hombre sabio era una mujer".

(así que lo de testonterona me parece bien)