domingo, 5 de octubre de 2008

Integrados.

Me gustaría añadir, a todo esto, una reflexión que hice ayer, mientras presenciaba la misa de una boda. Hacía años que no escuchaba en vivo y en directo el eufemístico discurso de un cura moderno.

Bajo un terrible Cristo de piedra modernista, un cura con una especie de pañito de los colores del arco-iris en el cuello, nos hablaba del amor, de la libertad y de la igualdad. No voy a hacer referencia a lo contradictorios que me parecen algunos de estos valores con la religión católica (y fes ciegas y fanáticas en general), pues el meollo de la cuestión no tiene mucho que ver con ello, sino con la conversación que mantenía yo en voz baja con un chico al que conozco de toda la vida. Ante el discurso del cura, yo de vez en cuando soltaba un resoplido, un gesto de incredulidad o un refunfuño. El chico, en una ocasión, me dijo "Sssh, respeta.", y yo le pregunté si se creía todo lo que decía el cura., y le quise hacer ver las incoherencias que yo veía. Me dijo que él no era creyente, pero se consideraba cristiano porque sus padres y gran parte de la familia lo eran. Por tradición, según él mismo dijo. Yo entonces le dije lo incoherente que me parecía que perteneciese a una supuesta corriente del pensamiento sin siquiera haber pensado. Luego me comentó que él podía pasárselo bien de muchas maneras, y que si en su pueblo o ciudad hubiese una fiesta de los toros, también iría y se lo pasaría bien con el asunto.¿Por qué no?

Y yo, entonces, reflexioné. Reflexioné que él es un integrado, como bien indican sus palabras. Que se adapta a lo que sea, y que no se plantea por qué hacer algo o no, y si hacerlo es moral, es realmente divertido o aporta algo interesante además de diversión, ni si esa diversión se sobrepone a cualquier consecuencia que el acto traiga. Es parte de la masa. Simplemente se deja llevar por la inercia de la corriente.

Este tipo de personas en las que quiero hacer hincapié probablemente, si todavía se siguiesen quemando brujas, las quemarían o al menos lo aprobarían. Es tradición. Probablemente acudirían a la plaza del pueblo principal a ver cortar cabezas durante el Terror francés. Este es el tipo de personas, también, que consumiría sin ningún problema prostitutas explotadas, porque "no es culpa suya que las haya". Esta gente es la que se mete con los inmigrantes que venden chucherías por las noches en la calle, solos, enfrentándose a grupos de jóvenes borrachos. Si la fiesta de su pueblo, lo que a todos les gusta hacer desde siglos ha, fuese tomatear a un deforme o retrasado, o cualquier cabeza de turco, estas personas probablemente lo disfrutarían también. ¡A todos los demás les gusta! Además, ¡es tradición!


Después recordé una gran decepción que me llevé hace poco con otro amigo al que quiero mucho, y la cual tiene que ver con prostitución. Él también decía ¿Por qué no? No es culpa mía. Su único reparo era el posible contagio de enfermedades. Pero ¿por qué no? Y en realidad a cualquier prostituta probablemente le venga muchísimo mejor echar un polvo con un chico joven y atractivo como mi amigo que con cualquier viejo baboso o degenerado maltratador.


Pero el problema es que, si aplicamos una visión global en vez de quedarnos en lo que está ante nuestras narices, nos daremos cuenta de que el negocio de la mujer esclavizada sexualmente o vendida no existiría si nadie, ni siquiera mi amigo, se hubiese planteado nunca comprarlas. Las corridas de toros no existirían sin su público, como los programas del corazón o los reality-shows donde se nos muestra la vida y sufrimientos de otros. Hay ahora un programa de los de polígrafo, donde si los concursantes logran contestar bien a todas las preguntas sin "mentir" o ponerse nerviosos ganan una millonada. No hablo de preguntas de cultura general, ni nada similar, sino de preguntas como "¿Alguna vez has deseado matar a tu suegra?" o "Te has imaginado a tu mujer haciendo el amor con otro y disfrutando?".


¿Qué pasa con los cerebros de España? ¿Qué pasa con la gente que piensa? Porque, digo yo, después de un mínimo que se piense, supongo que a cualquiera le parece una aberración que, habiendo gente paupérrima en el mundo y en el propio país, otra se gane la vida respondiendo cosas sobre su vida privada, mientras unos espectadores sedientos de morbo y cotilleos de la vida ajena disfruta al otro lado de la pantalla.


¿Cuál es el motor de nuestra sociedad? ¿Cuáles son en ella las prioridades?


Sinceramente, no sé qué pasa con nosotros.


Nadie es mala persona por comprar cierta revista, por haber pagado por ciertos servicios, por comprar tenis Nike que cosen esclavos, por acudir a una corrida de toros, por hablarle a sus amigos de lo guarra que era la tía que se folló ayer, por inscribirse en el ejército con ánimo de lucro, por ser espectador de ciertas emisiones que empodrecen las mentes. De hecho, si toda esta gente fuese realmente mala, me habría suicidado hace tiempo. Esta gente lo único que hace es seguir las corrientes, dejarse llevar por la marea de gente sin plantearse por qué, por qué tanta gente acude a putas, de dónde han salido los tenis y por qué, qué pesa más en la balanza, si el sufrimiento de un animal inocente o la propia diversión. Esta gente es un lubricante para que el sistema siga como está.

Está siguiendo la cadena. La cadena de consumo que da dinero a instituciones o empresas para que estas puedan seguir creciendo salvajemente, pisando muchas veces las cabezas humanas que se encuentran por la escalera. Instituciones o empresas que no existirían sin el apoyo del consumidor. De grandes masas de consumidores.

A su vez, estaa gente es consecuencia y producto de los medios de comunicación, del rol de consumidores que estos le han impuesto. Producto de lo que les dicen las revistas y producto de la forma de comportarse que se prodiga en televisión.

Aunque lo que digo probablemente resulte obvio para muchas personas, no es así para otras. Para los integrados, concretamente. Los que sonríen con cara de "pobrecita, no se da cuenta" cuando me ven bracear y hablar muy seria sobre estos temas.

Me gustaría señalar que el haber utilizado como exempla a estas dos personas no ha de implicar ataques personales ni mucho menos. Simplemente les utilizo para reflejar comportamientos normales y naturales de grandísima parte del ser humano. Esto se debe a que a partir de ellos he reflexionado y he visto muchas cosas dentro. La contradicción viene cuando a esas personas llevas mucho tiempo teniéndoles cariño. Mis principios me hacen enfadarme a veces conmigo misma por llevarme bien con ellos o dedicarles sonrisas cuando no hablamos de los temas controvertidos. Por otro lado, otra parte de mí me dice que he de ser tolerante como me gustaría que lo fuesen conmigo, y que la paz está delante de todo. Es duro tener veinte años, supongo, y estar llena de pensamientos quizá inestructurados y contradictorios.

Umberto Eco habló hace tiempo de los apocalípticos y los integrados. No me gusta la etiqueta, pero quizá yo sea una apocalíptica. No me gusta, pero lo prefiero a lo otro, porque, ¿Cómo iría mejor el mundo? ¿Si todos fuésemos A o si todos fuésemos B?

Un saludo. Ali.

3 comentarios:

Shekinah dijo...

Hola otra vez, Ali.

La explicación que yo le veo al apalancamiento espiritual e intelectual de la mitad (o más) de la población mundial, es simplemente, que pararse a pensar si es bueno, moral, sano, provechoso o no seguir la inercia descendente del mundo supone rayarse. Rayarse acerca de qué posición adoptar. En este punto pueden ocurrir dos cosas: o darse cuenta de que no siempre está bien pero seguir haciéndolo por comodidad (lo cual encuentro cínico), o darse cuenta de que no siempre está bien y tratar de adaptar tu forma de vida a tus recién descubiertos principios. Esto pone al sujeto al límite de su ser, de su yo, lo enfrenta a si mismo y lo obliga a pulirse, a perfeccionarse, a intentar cambiar para hacer lo que cree correcto. El problema es que no todo el mundo comprende que su "yo", su autoimagen mental, no es su identidad, sino un constructo mental surgido a partir de meras pajas mentales y consideraciones superficiales. El ser es una cosa mucho más elemental y abstracta. Sin embargo, como iba diciendo, temen la destrucción de aquello a lo que se han acostumbrado a identificar como ellos mismos. Yo lo he vivido, y, la verdad, no creo ni mucho menos que me haya librado de todas las pajas mentales que no me dejan ver quién soy de verdad. Por ejemplo: uno puede identificarse con un estilo de vida, con siertas ideas o sentimientos... Pero tú no eres esas ideas, sentimientos o formas de vida, tu eres AQUELLO que tiene esas ideas, sentimientos, etc. Y lo peor es que a veces no nos limitamos a confundimos con pensamientos o ideas sino con cosas más superficiales todavía, como ideologías, marcas, modas, etiquetas, etc. Y por supuesto, sin querer, sentirán como amenaza a cualquiera que se plantee las cosas de otra fomra y se atreva a exteriorizarlo.
Es una enfermedad muy peligrosa, porque, en su olvido de su ser último, una persona de estas características, podría llegar a ODIARLO, llegando a la autodestrucción.

Es un miedo irracional e injustificado a la destrucción de la identidad lo que hace que algunos se resistan a la evolución, al pensamiento y a la libertad.

Bueno esa es la conclusión desde mi humilde punto de vista, aunque seguramente me queda leer muchas chorradas ontológicas de filósofos famosos para orientarme, pero creo que es más o menos razonable. Con lo de SER tampoco me refiero a una esencia por definición inmutable, eterna y perfecta que te cagas, pero si a algo que se le aproxima, a una especia de naturaleza.

Un cálido saludo

Shekinah dijo...

http://www.decondicionamiento.org

Una página para apocalípticos ;-)

Lothh dijo...

Hola! He encontrado un ratito para ir leyendo tu blog... Bueno, esto más o menos de acuerdo con tu planteamiento, con ciertos matices. Ahora mismo no tengo mucho tiempo para contestarte en condiciones, pero prometo hacerlo ;)
un besito guapa...y deja de sacar portadas con pilar rubio! :P