lunes, 2 de febrero de 2009

La mujer en el siglo XVII



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Ahora, algún tiempo más tarde con respecto a aquella entrada que hablaba de la mujer en el siglo XVI, me refiero en esta otra a la del siglo XVII.

Estoy leyendo y estudiando las Novelas Ejemplares de Cervantes, y en todas ellas aparecen mujeres y en todas ellas las mujeres constituyen prototipos fijados, al igual que el resto de personajes masculinos. De hecho, el trabajo que voy a hacer al respecto trata exactamente del papel femenino en estas composiciones.

Como decía, siempre, en todas o casi todas las novelas, aparece una joven y bella dama, que además de que "sus ojos son como dos soles, la blancura de sus manos se confunde con la de la seda de sus ricas vestiduras, sus cabellos son dorados como el sol y Vuesa Merced ha de saber estas y otras razones que bla bla bla", es decir, aparte de bellísimas a lo "Siglo de Oro", son también (siempre) buenas y virtuosas. Y esta bondad y virtud vienen dadas únicamente por su "discreción" y "honestidad" (¿cuántas veces habré leído esas palabras en estos días?), es decir, por su discreción en el aspecto de bajar la mirada, cubrir su rostro, hablar en voz baja y humildemente, etc.: y por su honestidad en el sentido de mantenerse purísima y castísima, a pesar de todos los hombres que la desean y que en muchas ocasiones tratarán de convencerla o incluso forzarla. De este modo, si "cae" es culpa suya, y si la violan quien sale deshonrada es ella, por supuesto: ¡el tío no ha hecho nada malo! ¡Travesuras de jóvenes!

De hecho, en algunos casos la chica en cuestión permanece encerrada en su casa por algún motivo (por ejemplo, el hecho de haber sido deshonrada y no querer que nadie lo sepa), y este encerramiento hace que, al no mostrarse con frecuencia, los deseos de los hombres de verla (y etcétera) aumenten.

Una cosa que me llamó mucho la atención, aunque de hecho es normal teniendo en cuenta la moral de la época, es la siguiente. En muchas de las novelas una chica es "deshonrada" y el argumento se centra en recuperar su honra. El caso es que, a veces, la chica la caído en la tentación porque un hombre le prometió casarse con ella y por eso decidió entregarse, y claro, luego el hombre se va por piernas y la deja "sin honra y sin marido". Pero otras veces, como en La española inglesa, que leí hoy, la chica perdió la honra al ser violada, y no por consentimiento propio más o menos consciente. Pues bien, la primera vez que leí uno de estos casos, la mujer, muy solícita, se había vestido de hombre y partido a hurtadillas de su casa a buscar al maromo que la deshonró: y yo pensaba "ahora se va a vengar de él, a ver cómo le canta las cuarenta, a ver... a lo mejor le saca la espada y todo... este Cervi se pone interesante..." pero héte aquí mi sorpresa cuando la dama llega a encontrar al marido, y en vez de darle su merecido le pide de rodillas que se case con ella... y llora lágrimas de felicidad cuando él consiente... y esto no sólo cuando ella accedió a echar el famoso y deshonroso polvo, sino también cuando fue violada, como en la novela que leí hoy...

No sé, a lo mejor a alguna gente le parece raro que me extrañe esto, y desde luego obviamente no puedo aplicar la perspectiva de hoy en día a una obra literaria: simplemente me imagino lo jodido que era ser mujer por entonces, y lo veo ahora muy de cerca a través de este escritor. Si te violaban, callabas para que el pueblo no se burlase de ti; si te quedabas embarazada porque te habían violado, a esconder el hijo por el mismo motivo y a vivir soltera y repudiada toda tu vida; si te apetecía echar un polvo podías olvidarte de vivir feliz por los días de los días... y bueno, un largo etcétera que no es necesario escribir...

Claro está, que tal y como eran educadas era bastante raro que a una le apeteciese echar un polvo así porque sí, y además seguro que les gustaba mantener el comportamiento que se esperaba de ellas (al igual que ocurre ahora) para ganarse las alabanzas y la admiración.

De todas formas, lo que está claro es que de siglo XVI al siglo XVII, y de ahí al XVIII, las cosas no cambiaron mucho, debido, como sabemos, a la moral religiosa imperante.


Mulier Nobilis Hispanica